Cuando el cineasta realizador de documentales Michael Moore hizo su primer trabajo importante, Roger and me (Roger y yo) en 1989, literalmente nadie creía en él, y no era para menos: lo que se proponía era pedir explicaciones a Roger Smith, presidente de la General Motors, por el cierre de una planta en la ciudad de Flint (ciudad natal de Moore, en el estado de Michigan) que dejó a 30.000 personas sin trabajo. Lo más flagrante era que la planta automotriz dejaba un superávit millonario.
Durante tres años Moore intentó sin éxito entrevistarse con Roger Smith pero entretanto hizo el retrato de una ciudad que alguna vez fue modelo de bienestar y entró en la miseria por una decisión de la misma compañía que la levantó.
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